Me enseñaste a mirarlas con ternura, tal vez colocando todos tus deseos en ellas, para transformar mi alma en una fuente de anhelos, que no se agotan cada día.
Me dijiste que no me conformara con lo común, sino que buscara más allá de la razón, más allá de la astucia de los demás por destruir mis sueños y tratar de encajonarlos y atraparlos para no dejarlos salir nunca más.
Me ayudaste a escribir verdades, sin falsedades ni orgullos, sin resentimientos ni miramientos, ¡porque tú eres así!, como el sol que quema mis tristezas y como la luna que me llena de romanticismo.
Si no te tuviera a mi lado, si no te sintiera mío propio, como podría anotar frases que me lleven de vida.
Como podría aún despertarme de verdad cuando tu lo quieres, cómo podría levantarme de mis dudas y amar de verdad.
Corazón...
Pequeño a veces, para los que no creen en ti.
Corazón...
¡Inmenso siempre!
Cuando me hablas, cuando te escucho, cuando me devuelves la vida.
Que te anhelo... que te quiero... que me enseñas...
POESIA