ENTRE EL CIELO Y LA
TIERRA
Todo transcurrió en
silencio cuando saliste esa mañana aventurada por tus ansias de descubrir la
vida.
En tus primeros aleteos
noté que tu pequeñez poco importaba ante tus afanes de gigante.
Me sentí pequeño y
sin embargo eso parecía gustarte, porque podíamos mirar las mismas cosas, nos entendíamos muy bien.
Miramos los cielos
juntos; esa inmensidad que nos reunía en un lugar determinado, esa casa para
hormiguitas pequeñas, que puede variar a su gusto, como si un día en mi hogar
se me ocurriera pintar el techo de azul y en otras oportunidades decorarlo de
forma diferente.
Suerte que mis
zapatos se podían aferrar a la tierra y me detuvieron en ese lugar por un
momento.
Rápido y fugaz pasó
ese instante, pero sentí que duró una eternidad encerrada en mis pensamientos.
Entre el cielo y la
tierra, entre prisas y pausas, entre bajadas y subidas, entre amores y odios,
entre vidas y más vida, entre tú y yo… ¡cuánto
pasa!, ¡cuánto cambia!, ¡cuánto crece!
Vuelo de pájaros son
mis deseos que abren sus alas, pueden romper la gravedad y elevarse más alto
que las nubes.
De tanto subir y
bajar se me olvido hacer nido en un lugar fijo, para no quedar atrapado en un
solo sitio, para no diluir mis verdades y matar mi locura.
Entre el cielo y la
tierra paso caminando y otras volando.
Y soplan brisas del
corazón que me llevan de aquí para allá.
A veces siento un
fuego que quema todo lo que hay a mi alrededor.
Otras veces siento
copos de nieve y me siento un pino extendiendo sus brazos, para emblanquecer
sus ramas.
Sin embargo a veces tiemblo,
como la tormenta hace con las copas de los árboles; entonces me resguardo en un
rincón y miro desde allí todo pasar, por
si empieza a llover, por las dudas…
Cuando se empaña el
cristal de mis ojos por el frio de la soledad, salgo por las aguas de la vida y
otra vez sale el sol para entibiar mi mirada nuevamente, entonces siento todo
renacer.
Entre el cielo y la
tierra logro que el sol brille dentro de mí.
Si te encuentro otra
vez por el camino y podemos juntar
nuestros deseos nuevamente, sentiré pequeña la distancia que separa nuestros
pies del abismo hacia la estrella más lejana.
Solo el mar de
nuestros pensamientos nos puede separar en el horizonte lejano de nuestras
esperanzas compartidas.
¡Me detuve a mirarte
gaviota, volando entre el cielo y la tierra!
¿Adónde iras?… ¿Porque
tu algarabío ajeno al resto?… ¿Porque tu aletear cansino pero lleno de melodías
en el aire?… Algunas veces por debajo y otras por encima de tu pista de
aterrizaje de algodón…
Pero sigues tu vuelo
sin importarte nada más… Porque así eres tú, tal como yo.
Qué suerte que te
encontré aquella mañana, como descubriendo vidas diferentes y tan iguales a la
vez, suerte que te vi y tú me miraste de reojo.
Poco te importó ser
pájaro y yo hormiga, ser aviadora y yo apenas aprendiz de vuelo, poder ser
vista por muchos y yo apenas puedo verme a mí mismo.
Entre el cielo y la
tierra transcurren tu tiempo y el mío… nuestros vuelos lejanos… tu algarabía
junto con la mía… nuestras vidas compartidas y libertades del corazón…
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