BICHITO DE LUZ
Salimos a caminar aquella
noche en que la luz nocturna es bastante generosa, en la cual podíamos ver
figuras delineadas en matices de grises.
Cuando nos alejamos un
poco del lugar de nuestra partida se dificultaba un poco más nuestra visión,
pero daba lugar a la imaginación que nos permitía ver un poco más.
Seguimos un tramo más
hasta que nos detuvimos al borde de un alambrado junto a unos viejos sauces.
Y me dijiste ¡mira!, ¿que
es eso?, ¡que lindo!... y yo sabiendo tus ansias de curiosear todo, caminamos
un poco más, aún sin contestarte pero sintiendo que estabas exigiéndome una
respuesta.
Cuando estábamos cerca me
dijiste: ¡son lucecitas que prenden y apagan y se mueven!
Entonces allí te contesté:
¡son bichitos de luz!
Corriste tratando de
atraparlos sin saber bien que buscabas…
Son muy frágiles…
Tomé uno en mis manos…
Ves son de color negro y
acá en la pancita prenden una lucecita…
Lo tocaste con cariño, ¡tu
rostro se iluminó!
Me miraste con ojos
inmensos y echaste a volar…
A partir de ese momento te
convertiste en un bichito de luz y expandiste tu luz e iluminaste un poco más
aquella noche…
Curiosa es la naturaleza
en sus maravillosas formas de expresión, en su misteriosa manera de iluminar la
oscuridad, en sus habitantes nocturnos.
Pude atraparlos varias
veces en mi mano, seguir su vuelo, verlos entre el pasto y esperar a que otra
vez se produjera el milagro de que iluminasen, para mi sorpresa y admiración,
alegría y emoción, para decorar como si fueran luces en un árbol de navidad.
Parecían al principio que
eran pocos, luego unos cuantos y al final una multitud…
Con el tiempo me pareció
que habían desaparecido, como quien roba alguna estrella en el cielo, porque
nos encerramos tal vez en nuestra propia vida y no nos detenemos o tomamos el
tiempo para buscar nuevamente aquello que nos parecía un milagro de la
naturaleza.
He vuelto a transitar
caminos donde los pude observar otra vez, como pocas veces puedo mirar y entre
verdes oscuridades ¡allí están!, igual que antes, igual como los recordé
siempre y su luz encendió mi corazón…
Tan sólo si pudiera verte
otra vez como aquella noche que juntos los descubrimos, pero el tiempo y la
distancia lo impide, porque pasaste en mi vida y ese es mi recuerdo de ti, ¡que
fuiste un bichito de luz!, que echabas a volar cuando te necesitaba, que te
detenías junto a mí y cuando lo requería tu luz iluminaba mi rostro.
Entonces comprendí que me
habías dejado un poco de ti y que podemos iluminar un poquito y levantar vuelo,
llenar de ilusiones un corazón, cambiar oscuras tristezas por alegría
destellante…
Me di cuenta de que
tenemos en nuestro interior esa parte de luz que tan generosamente nos regala
la vida.
Entonces cuando llega la
noche en algún lugar, cuando falta la claridad, cuando necesitamos creer en milagros,
tu luz y mi luz pueden ser como los bichitos de luz.
Bichitos de luz que han
pasado por mi vida y siempre los recuerdo…
Aún siguen iluminando mi
camino y traen nostalgias por sentir su calidez.
Bichitos de luz que están
en mi vida y que pasan a mi lado para acompañarme y alegrarme, para no perder
la ilusión de poder transformarme en uno más de ellos e iluminarte aunque sea
un poquito en mi sencillez y en mis amores locos.
Y al principio parece que
son pocos, luego unos cuantos y al final ¡una multitud!
¡Bichitos de luz que
vendrán y que llenarán los espacios vacíos!
Para iluminar siempre el
camino y augurar esperanzas en tiempos donde muchas veces la oscuridad quiere
rodearnos de tristeza…
Y su luz se expandirá e
iluminará un poco más la noche.
¡Ves ahora prendió!, luego
se apagó, ¡que lindo!, cuando prenden parecen farolitos…
Vamos a levantar vuelo…
Vamos a creer y soñar…
Dante
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