lunes, 19 de septiembre de 2022

 

TIEMPO MIO


 

Hace tiempo tuve una casa chica y una infancia grande.

Tiempo lejano en la vida y cercano al corazón.

De espacios a veces reducidos, pero con libertad de emociones.

De salidas tempranas y regresos tardíos.

De vecinos que te miraban de reojo y  te brindaban todo cuanto estaba a su alcance.

De buenos compinches de parrandas, de guerras y paz pasajeras, de risas, de querernos con todo y elaborar fantasías.

A mis amigos y a mí, de casas diferentes e infancias compartidas, nos gustaba vivir fuera del marco de la monotonía de nuestros padres.

Nos gustaba el aire diverso, de quietud en los descansos y ventarrones en las travesuras.

No nos poníamos tiempos, ni el reloj nos controlaba.

Nos controlaban los ánimos de seguir o parar en cosas que parecían solo importarnos a nosotros.

Poco bastaba para reunirnos y sin excusas, pues no las inventábamos ya que era todo un compromiso para nosotros.

El tiempo siempre era bueno, pues acompañábamos sus estados de humor y en los cambios de estación era sólo mudar nuestra ropa.

Había ánimos siempre nuevos, bríos entusiastas ante cualquier evento, festejos injustificados, alegrías simples, tristezas fugaces, amistades sin reparos.

De descubrimientos estaba llena nuestra vida, parecía no existir un día igual al otro y eran interminables por nuestro deseo de vivirlo.

Para nosotros todo era hecho por un gigante que tenía un gran corazón y una mirada muy dulce, para que todo fuera tan hermoso.

Y fue un tiempo muy grato y te llevo dentro.

Si te miro en mis años te veo lejano, si te miro en mi alma estás aquí como si nada hubiese transcurrido.

Si te cuento por lo vivido estás como alejado de mis pensamientos, si te cuento por lo que anhelo estás a mi lado.

No digo que te añoro, sino que te extraño.

No digo que te fuiste, sino que has estado siempre.

Salgo a la puerta de aquel edificio de apartamentos, miro hacia enfrente y puedo ver ese arbolito que en verano hay que tener cuidado porque tiene gusanos peludos.

Antes le toco la puerta a mi amigo que vive al lado, tiene un perro amarillo, mezcla de razas que ya me mordió una vez por tirar un avión de papel de diario, lo fui a buscar y ¡que susto me llevé!

Nos peleamos a veces, pero no importa, igual le digo si quiere jugar, no importa a lo que sea.

Ya se suman un par de amigos más y capaz que podemos jugar un partido de fútbol.

¡Qué bueno!, a romper otra pelota más (eso dice mi padre), lo que pasa que nos ponemos en la vereda y pasan los autos, aunque capaz que vamos al campo en la esquina.

¡Qué lástima!, ¡me sonó el teléfono!; después lo seguimos, más tarde, ahora tengo otras cosas que hacer.

Bueno, te dejo querido tiempo...    

Dante                                                                                                                  

No hay comentarios:

Publicar un comentario