No son nuevos mis anhelos
por sentirme despegar de esta tierra y tomar altura.
No son nuevas mis ansias de
aprender a volar.
Siempre lo he comparado con
una sensación inconmensurable de sentirme libre de verdad.
No se trata de querer liberarme
de responsabilidades o compromisos asumidos y echarme al abandono.
No se trata de no sentir
felicidad por lo que la vida me ha regalado.
Y aunque sé que el reparto
de felicidad, es diferente en cada persona, creo que todos podemos alcanzarla,
cuando aprendemos a volar.
Por ello, las aves vuelan a
diferentes alturas y velocidades, según su especie, según sus prisas, como para
que aprendamos a imitarlas en nuestros afanes.
He visto quienes toman
carrera de larga distancia y luego se arrojan al precipicio para intentar
levantar vuelo.
Otros solamente abren sus
alas y dejan que el viento los eleve, claro, hasta que puedan romper la
gravedad que los ata a las razones.
Lo cierto es que mis sueños
nunca dejan de enseñarme que todo es posible, que realmente se puede soñar
despierto, que me puedo encontrar en un momento detenido y en otro muy alto.
He visto mis campos de
algodón sobre las nubes, cuando me desentendí de mis tonterías, cuando logré
estar en paz conmigo mismo, cuando amé de verdad, cuando reí sin parar, cuando
sentí los aromas diversos en el aire, cuando te recordé en el tiempo…
Y floté en mis pensamientos,
en mi percepción de las cosas.
Y volví a sentirme pájaro,
¡por fin retorné!, como las golondrinas en cada primavera.
Volví a trinar con algarabío
ensordecedor, de cantos de mi alma, profundos del corazón, de suspiros en mi
mente.
Y miré los campos de la
gente, miré los ríos, los autos, las casas, los árboles, las calles; miré, tan
sólo ello.
Pero nada me detuvo hasta
llegar hasta la nube más alta donde pude descansar.
Y llegué al sol de mis
ideales, al sol de mis locuras, al sol de mi vida, que hace arder el corazón,
que hace desatar tempestades ocultas para colocar la calma, para que soplen
brisas nuevamente.
Aprendí a volar hace mucho
tiempo, sólo que a veces no lo recuerdo, sólo que a veces me dejo domesticar.
Fue hace un momento, en un
instante, en que volamos juntos hasta donde quisimos.
Voy a esperar otro ratito,
voy a respirar otros aires, voy a entibiar mi plumaje extraño y retornaré con ánimos
renovados, hasta que abra mis alas nuevamente y me atreva a volar…